La palabra desánimo significa “no tener ganas”, “estar aburrido”, “cansado”, “sin voluntad”.
Una persona desanimada siempre abandona el proyecto que Dios puso en su corazón. No hay nada más destructivo que el desánimo, en todas las áreas: familiar, laboral, económica, etc.
Le aplicaremos cuatro golpes mortales al desánimo, y debemos saber que:
Dios siempre expande, el enemigo siempre achica.
Dios vendrá a tu vida para expandirte nunca para empequeñecerte, porque Él es expansión, amplitud, multiplicación.
Nunca nos pedirá que dejemos de hacer algo sino que nos dará más de lo que estamos haciendo porque nuestra genética, nuestro ADN espiritual es multiplicación. Cada vez que un hombre era presionado, escasez, perseguido, en la Biblia , luego le venía la multiplicación y cuando el Espíritu Santo le traía unción era porque esa persona sería multiplicada. Por eso cuando logramos algo siempre queremos algo más, porque nuestro destino es ser multiplicados.
Por ejemplo, en una oportunidad, una mujer tomó un frasco de perfume de diez o doce mil pesos y lo rompió derramándolo a los pies de Jesús y Judas, que robaba, dijo: “Por qué se desperdicio este dinero que se podría haber dado a los pobres.” Jesús reprendió a Judas y le dijo: “ A los pobres siempre los tendréis entre vosotros ”, queriendo decir que siempre estarán “ entre” ustedes que nunca serán pobres, para que le den una palabra de fe y los saquen de la pobreza para llevarlo a la abundancia.
David dijo: “ No he visto justo desamparado ni su simiente que mendigue pan.”
Si Dios pone a alguien en necesidad cerca nuestro es para que le enseñemos nuestro ADN de multiplicación que él también puede tener aceptando a Jesucristo y así poder avanzar, crecer y lograr todos los sueños de su corazón.
Jesús no fue pobre, al morir se hizo pobre. Jesús murió desnudo para que nosotros estemos abrigados, cargó con la maldición para que estemos en bendición, se hizo pobre para que vivamos en abundancia.
Cuando Adán desobedeció a Dios, trajo maldición, y todos los que nacimos de Adán estamos bajo esa misma maldición. Pero Pablo dijo que Jesús es el segundo Adán, que murió, resucitó y, los que estamos bajo Él, heredamos bendición.
Por eso, si alguien te maldice decí: “Ya no estoy bajo Adán para que la maldición me alcance, ahora estoy bajo la bendición del segundo Adán, Jesucristo, y la multiplicación me va a alcanzar.
Así como la maldición se hereda, la multiplicación también.
¡Dios quiere expandirme!
Por ejemplo, no tengo trabajo, luego consigo uno, tengo un sueldo y pronto llego a ser jefe, compro la fábrica y después recibo otra fábrica y otra más, o sea voy de bendición en bendición.
Cuando Dios nos lleva en expansión observaremos dos cosas:
• Nuestro cuerpo nos limita. El espíritu puede soñar, ir de un lado para otro pero el cuerpo no lo acompañará porque tiene un límite, se cansa y no resiste tanta bendición.
• La mente tampoco resiste. Por ejemplo si en mi trabajo soy el encargado de la limpieza y hago bien mi tarea, la recompensa será que me aumenten el trabajo; y si también lo hago con excelencia me agregarán más tarea, porque A una persona eficaz se le pedirá más.
Pero habrá un momento en que llegará al tope y, lo que antes hacía excelentemente, comenzará a ser deficiente. Ésta es la ley de Peters que dice: “Todo persona es capaz hasta su nivel de ineficiencia”.
Así pasa con las bendiciones de Dios, recibimos abundantemente hasta que la mente llega a un punto de ineficiencia, el espíritu tiene la capacidad de soñar y alcanzar el mundo, pero el cuerpo y la mente no, entonces ahí aparece el desánimo.
Para combatir el desánimo:
1º- Delegar.
Cuando nuestro cuerpo llega a su límite delegar la tarea en otro cuerpo y mente. Eso le pasó a Moisés que estaba todo el día profetizando, desde la mañana hasta la noche, y Jetro, su suegro, (que quiere decir “excelencia”) lo abrazó y le dijo: “Moisés, estás haciendo mal, vas a frenar la bendición, porque tu cuerpo no lo podrá resistir y tu mente no tiene tanta capacidad.”
Aprendé a delegar si quieres que Dios te siga dando más. Delegar significa, poner en otros lo que Dios me dio.
La recompensa de la unción es más trabajo, y si no delego, no podré tomar lo nuevo que Dios me quiere dar.
Hay gente que no avanza porque se estancó y se desilusionaron por no delegar. Si la visión es chica la tomará como propia y se aferrará a ella sin delegar, entonces no crecerá.
Delegar no es negar, ni dejar, ni es vagancia, es poner en otro, es expansión: Sé que Dios me dará algo más grande, tengo que soltar lo que poseo para tomarlo y luego volver a delegar para alcanzar lo más grande que vendrá.
Si la visión es grande, la expansión será grande.
Jetro le dijo: “Moisés delegá. Atenderás los casos difíciles y elegirás líderes que liderarán por mil, por cien, por cincuenta y por diez personas. Hay gente capaz cerca de ti.”
Moisés no lo vió porque no quería delegar, pero cuando abrió sus ojos entendió el consejo divino y descubrió que había gente que tenía la unción por mil, cien, cincuenta y diez.
Hay personas que están esperando ser descubiertos, que los activemos para sacar su potencial.
Delegar no significa pasar la tarea y olvidar; delegamos la tarea pero nunca la responsabilidad, por lo tanto debo supervisar que se realice.
Hay cosas que son indelegables, por ejemplo yo no puedo delegar la visión pero sí puedo delegar las tareas en los pastores: orar por la gente, aconsejar, llamarlos.
Lo indelegable es la esencia de lo que Dios nos da pero cuando delegamos recibiremos aún más, y daremos la oportunidad a otros que estaban dormidos para soltar su unción haciendo crecer al líder que hay en su interior.
John Maxwell dijo que una persona puede dejarle a otra, tres cosas:
• un souvenir, que es el recuerdo de una fiesta.
• un trofeo, lo que ganaste en un campeonato
• un legado, la herencia que queda para las próximas generaciones.
Para recibir cosas mayores de Dios debemos cambiar la mentalidad.
2º- Innovar.
Todo nos cansa, por eso llega el aburrimiento. Innovar significa agregar el factor sorpresa, ¡hacer algo nuevo!
Aunque sean pequeñas, necesitamos implementar modificaciones en todo lo que hacemos para no aburrirnos. Llená tu agenda con actividades, para tener experiencias nuevas y crecer.
Hay gente que no hace nada, no aprovecha los días, se le van los años y casi no lograron nada. Viví la vida con intensidad.
El desanimo no viene porque lo que hacemos es malo sino porque todo llega a una meseta y, lo que al comienzo entusiasmó, termina siendo rutinario por eso debemos añadirle la pasión de innovar.
La relación de una pareja se torna aburrida porque no innovan, hasta para pelearse lo hacen igual, realizando los mismos comentarios siempre.
3º- Disfrutar.
Es otro golpe mortal al desánimo. No somos más felices porque no practicamos más lo que nos hace feliz.
¿Qué es lo que te hace feliz? Agregalo a tu agenda y no esperes para mañana, nadie tiene los días contados, hacé lo que alegra a tu corazón.
Este es el día que hizo el Señor me gozaré y alegraré en él.
Si hago lo que me hace feliz volveré a sentir alegría en mi corazón.
Hay mucha gente triste y es porque “no hacen nada”, nunca ponen su corazón en lo que hacen. Poniendo el corazón en lo que hacemos añadimos pasión a nuestra vida.
“Si estás barriendo las calles deberías hacerlo igual que pintaba Miguel Ángel, componía Beethoven o escribía Shakespeare. Deberías limpiarlas de tal manera que los moradores del cielo y de la tierra se parasen y dijeran: “Aquí vivió un gran barrendero que hizo bien su trabajo”, dijo Martin Luther King.”
¡Hasta para limpiar poné tu corazón! Promové la diversión, que tus dichos alegren a los demás, viví de tal manera que causes alegría, convertí el mal momento en uno placentero.
“Si no descubriste nada por lo que valga la pena morir, es que no estás preparado para vivir” dijo Martin Luther King.
Preguntate: ¿He soñado lo suficiente? ¿He vivido plenamente? ¿He aprendido a desprenderme? ¿He amado bien? ¿He pisado la tierra para traer un avivamiento? Eso es disfrutar.
4º- Confesar fe.
El idioma de Dios es fe: habla fe, entiende fe, responde fe. Muchas de nuestras oraciones Dios no las entiende porque no tienen fe. Cuando hablamos fe, hablamos su Palabra, entonces nos oye.
No escuches al chismoso, al negativo, al crítico, al amargado. Cuando te diga que “el Señor le habló”, no le creas, porque Dios no habla fe con los que no la hablan.
Confesá fe frente al desánimo, a la dificultad, y Dios te llenará de palabras de él.
Nada de lo que el diablo dice, se cumple; cuando servía a Dios como ángel dijo: “Subiré al trono, me sentaré y seré como Dios.” Y Dios lo expulsó, no se cumplió lo que había dicho.
Satanás necesita nuestra fe para cumplir sus palabras, nos dice: “vas a morir” y si le creemos esa palabra tendrá poder.
Todo lo que Dios dijo se cumplirá declarando fe.
Pablo dijo: Todo lo puedo en Cristo ; no dijo: Yo sé cómo lo puedo en Cristo. Pablo no sabía “cómo”, sino sabía que “podía en Cristo”.
No debés saber “cómo”, sino saber que vas a prosperar, no importa la manera; que te va a sanar, que tu familia vendrá a Cristo.
No sabemos el “como” pero sabemos que “lo haremos”, eso es fe.
Da gracias a Dios por la gente que te provoca enojo porque son los que más te enseñarán de vos mismo. Lo que más te enfada es un regalo de Dios que pone de manifiesto las creencias que te limitan.
Cuando algo nos enoja está demostrando que tiene autoridad sobre nosotros y nos limita, por lo tanto es un área que no está madura. Y Dios lo permitirá para que se active tu fe, hables fe, porque Dios la habla y los resultados serán de fe, porque todo en el reino de Dios es fe.
El ángel Gabriel se le presentó a Zacarías y le dijo que tendría un hijo, Juan el Bautista, y que sería grande delante de Dios.
Dios nos ve grandes
Aunque la gente no te vea grande, Dios hará todo lo necesario para que la grandeza que está en vos salga al exterior.
Cuando jugamos un partido de fútbol y perdemos, hacemos todo lo posible para no ver la grandeza del que nos ganó, así hizo Satanás con nosotros, pero Dios dice: “Haré todo lo posible para que me sirvas con la grandeza que te he dado y si tengo que poner un pan crudo para amargar tu existencia, será para que mires adentro y crezcas en el área que aún te duele.”
Cuando Pablo dijo: Todo lo puedo en Cristo , estaba diciendo que la relación con Dios no depende de la economía, de lo que me pasa, ni de lo que tengo, sino baso lo que me pasa por la relación que tengo con Él.
Cuando entendamos eso y cuidemos nuestra relación con Dios, el desánimo no tendrá morada en nuestra casa.
Oración: Cancelo todo desánimo, toda tristeza, depresión y me uno a ti Señor, hablo en fe; baso mi vida en mi relación contigo, si en mucho o poco todo lo puedo en Cristo porque hoy hablo, confieso fe y declaro expansión en todo lo que haga y me saldrá bien.
Pedro oyó que Jesús hablaba fe y fue un apóstol; Sansón oyó a Dalila y perdió los ojos.
El hijo pródigo cuando estaba con su padre tenía comida, se alejó de la casa del padre y comió con los cerdos, cuando volvió a la casa del padre volvió a comer su comida.
De acuerdo a quien oyes será lo que se produzca en tu vida.
Por eso Jesús dijo: Mirad lo que oís .
Eliseo oyó a Elías y tuvo doble unción.
Mi comunión con Dios está basada en la fe, no en las circunstancias.
Mis circunstancias están basadas en la relación que tengo con Dios. Por eso me expandiré; tendré que delegar porque hay gente esperando para liberar la grandeza que hay en su interior.
Y Dios me dará más creatividad para que mi vida sea distinta, algo nuevo para disfrutar, lo haré con el corazón y confesaré fe.
Me levantaré del desánimo y le daré un golpe mortal: Caminaré y no me cansaré mientras camine voy a disfrutar, delegar, innovar y confesar. Y levantaré alas como las águilas y volaré por sobre las circunstancias, mi herencia es victoria y fuerza en Dios, energía divina y poder del cielo.
Por Bernardo Stamateas
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