BUEYES OPRIMIDOS
Imagínate como te sentirías si fueras un buey enyugado a un arado y que tu yugo fuera pesado, incómodo, doliente y cortante. Imagínate si fueras manejado por un obrero apurado y cruel quién lleva un aguijón para asegurar tu esfuerzo máximo. Cuando Cristo caminaba por Palestina observaba la vida agrícola y las condiciones de los bueyes. En una ocasión Cristo convidó a la gente como si fueran bueyes oprimidos: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga" (Mat. 11:28-30).
En lenguaje figurativo, Cristo se presenta como obrero de arado y extiende una invitación a nosotros como bueyes para escogerlo a él como nuestro operador. No es cuestión de escoger entre un yugo y ninguno porque todo buey tiene que arar, sino que se nos permite escoger un operador manso con su yugo fácil o escoger un operador duro con su yugo pesado.
Cristo nos convida a todos. Tú, amigo lector, comparte esta invitación. El te invita pero no te obliga. Tú puedes venir. Si te aguantas, si te pones indiferente, si quieras esperar a otro mejor que el Señor, el Diablo será tu operador, como dice Jeremías 2:19 "...sabe, pues, y ve cuán malo y amargo es el haber dejado tú a Jehová tu Dios,...". Cristo dice "Venid a mí", no a una iglesia ni a una doctrina, sino a la persona de Cristo quien es nuestro Salvador. Sin Cristo los medios son insuficientes. Triste de aquellos que tienen doctrinas sin tener a Cristo (Jn. 5:39-40). Uno puede ir a la iglesia sin ir a Cristo. Sólo Cristo da descanso y paz.
Cristo nos invita a aceptar su justificación gratuita por medio de la fe, ya que la justificación propia es una carga muy dura. Rechazando enyugar a los gentiles con la ley mosaica, Pedro dijo: "Ahora pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos" (Hech. 15:10-11). Salvarte a ti mismo para obras meritorias es un yugo pesado e imposible. Así Pablo descansó de obrar su salvación para aceptar la obra de Cristo en la cruz, descansó de guardar sombras para recibir realidades, descansó de tradiciones por recibir al Hijo de Dios. Existen muchas religiones que quieren oprimirte y enyugarte a sistemas humanos inventados y fundados por hombres, pero Cristo te ofrece la libertad de ser cristiano sin pertenecer a ninguna secta.
Cristo ofrece un intercambio de yugos. Si tomas el que Cristo te ofrece, que es más cómodo y fácil, él se encargará de tu yugo pesado. Cristo cargó con tus pecados en la cruz y ofrece también cargar con tus problemas, si los entregas. Aceptas el yugo de ser su discípulo según la enseñanza del Nuevo Testamento, bautizándote y siguiéndolo.
Es tu decisión y nadie puede escoger por ti. Hay muchos maestros que te ofrecen yugos, pero Cristo es el único que practicó lo que predicó, el único que siempre cumplió con lo que prometió. Cristo sabe de yugos, porque él como buey manso y humilde aceptó el yugo de su Padre, murió por nosotros y ahora está a la diestra de Dios abriéndonos un camino por su yugo. Amigo lector, jamás puedes saber si el yugo que el Señor te ofrece es fácil o que su carga es ligera hasta que no lo pruebes.